Fotos: Belén Campos Yataco
La cultura afroperuana es el conjunto de costumbres, prácticas, códigos, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias, pertenecientes a los descendientes africanos que llegaron a nuestro país. Según José Antonio del Busto, la presencia de esclavos africanos en el Perú se remonta a 1528, con el desembarco de Francisco Pizarro en Tumbes. El primer africano de nombre conocido fue Alonso Prieto, auxiliar de guerra de Alonso de Molina (uno de los Trece del Gallo).
Alegre y luchadora. Así es Julia Guerrero, coordinadora del Programa Vaso de Leche de Cantagallo (Imperial).
De igual manera, bailes como el Ingá-Ungá, Toro Matas, el Zapateo, canciones como A Saca Camote con el Pie, recopilados en San Luis y San Vicente, son algunos aportes a este resurgimiento de la cultura afroperuana, y hoy son parte medular de la identidad nacional. En aquellos años, Cañete se convirtió en semillero de artistas como el guitarrista Santiago "Coco" Linares, la percusionista Martha Panchano, el compositor José "Cotopón" Contreras, los cantantes Manuel Donayre y Jhonny Al, entre otros. Además aquí se encuentran las raíces de Lucila Campos, Susana Baca y Pepe Vásquez.
Y a pesar de que en algunos casos, éstas manifestaciones han sido alteradas (no sólo en Cañete), hasta nuestros días se encuentran familias que siguen conservando tradiciones musicales en Bujama, Mala, San Luis, Imperial y San Vicente de Cañete. Pero, estas manifestaciones se mantienen en reuniones esporádicas donde la espontaneidad (sin parámetros de vestimenta o de coreografías) ha permitido que no se pierda la riqueza de la interpretación y esencia natural del poblador cañetano, como se puede apreciar en el siguiente video.
En las cocinas cañetanas se sirvieron potajes que ahora se disfrutan en todas las mesas del país, como el popular Turrón de Doña Pepa. Una de las referencias más populares sobre el origen de este dulce data del siglo XVIII, la que refiere que una esclavizada de Cañete conocida como Doña Pepa, crea este dulce en honor al Señor de los Milagros. Tenemos también a los Frijoles con Tuca o el recordado terranovo. Es de conocimiento que la reconocida Teresa Izquierdo aprendió los secretos de la culinaria criolla gracias a su madre Liduvina Gonzáles, natural de San Luis de Cañete.
Pero, también encontramos acciones importantes de dirigentes en la provincia de Cañete. Benedicta de la Colina fue la gestora del reconocimiento de la jornada laboral de 8 horas para el agricultor de Cañete en la década de 1930. En nuestros días, encontramos a personas que luchan por el desarrollo integral de niños y niñas de su comunidad, como es el caso de Teófila Martínez y Julia Guerrero en el distrito de Imperial.
Existe una celebración que hizo que naciera en mí un gran interés sobre esta cultura, y que muy pocas personas le han tomado atención: la Procesión del Santo Sepulcro de San Luis de Cañete. Realmente, me emocionó el significado intensamente tangible de esta ceremonia para los sanluisinos. Quizás las manifestaciones culturales mantenidas en este rito no tenga ningún legado africano demostrable, pero este acto es uno de los pocos acontecimientos que congrega a personas de ascendencia africana en Cañete para rememorar una costumbre y un sistema de creencias. El tañido de las campanas del templo anuncia el inicio de la conmemoración, cuya particularidad es el pausado andar con el que acompañan los cargadores de esta procesión. La solemnidad de la Semana Santa es todavía un aspecto valioso de la identidad de los actuales afroperuanos de San Luis de Cañete, más allá de otras celebraciones de interés turístico.