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Después de una intensa gira internacional, Susana Baca regresa con Vuelvo al sur, recital en el que la acompañan Sergio Baldeos, Juan Medrano 'Cotito’, Hugo Bravo y Juan Rebaza. Las presentaciones son el martes 18 y el miércoles 19 en el Teatro Peruano Japonés (Residencial San Felipe).
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"Mi concierto se llama Vuelvo al sur porque con él regreso al país, a mis fuentes, a mis raíces, a mi familia, a la gente que quiero. Hace como seis años que no me presento en un espacio grande en el Perú, cuando nos presentamos en la huaca Pucllana, después de lo del Premio Grammy”, recuerda Susana Baca.
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¿Qué va a cantar?
Hacer el programa ha sido dificilísimo. Nos hemos roto la cabeza con los músicos porque tenemos muchísimas canciones. Después de seis años tenemos mucho que decir y hay que ajustarlo a una hora y media de función. Son canciones de discos cuya mayoría ha salido en el extranjero, con el sello Luaka Bop, y colaboraciones que hemos hecho. Hemos puesto algo de cantos de Navidad, de las cosas antiguas de Chincha y Cañete, trabajos de compositores nuevos, también poesía, y Chabuca, que tiene que estar.
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Ha vuelto de gira. ¿Dónde estuvo?
Estuvimos en Florencia, Milán, Suecia, Dinamarca, España, Bruselas, Budapest… caminando de un lado a otro. Ha sido una gira muy fuerte y rápida. En medio de ella, el grupo napolitano Cantango me invitó a grabar una canción sobre las mujeres que cantan delante de los muros de la cárcel, para que las escuchen sus maridos. Fue un trabajo desgarrador. Yo me metí mucho en la canción, como hace un actor con un personaje.
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¿Qué público encuentra?
Hay gente que me sigue hace mucho, que tararea las canciones o me pide María Landó. ¡Cuando empiezan los acordes de Negra presuntuosa comienzan a gritar! Y los niños, que también van, no dejan de pedir Valentín.
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¿Se encuentra con peruanos?
A veces. Y son encuentros fuertes. Una vez, en Suecia, canté en el Bern’s, una casa de los 1800, en donde han cantado Marlene Dietrich y Edith Piaf. Es un lugar viejo y bonito. Ahí me encontré con dos o tres peruanos que, cuando acabé de cantar, vinieron y me abrazaron. Y lloramos juntos porque se acordaron de nuestro país.
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¿Qué le parece la elección de Barack Obama en Estados Unidos?
Maravillosa. Creo que merece el cargo. No lo tiene por ser negro. Lo ha ganado con esfuerzo. Estoy feliz. Es un orgullo, evidentemente, para un afrodescendiente de cualquier lado del mundo. Recuerdo que, cuando Colin Powell salió a felicitarlo, nos miramos y dijimos “zambo apoya a zambo” (ríe).
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¿Qué nuevos discos está trabajando?
Tenemos trabajos que no habíamos logrado grabar antes. Por ejemplo, un trabajo lindo que hicimos con César Calvo sobre las canciones de Chabuca Granda en homenaje a Javier Heraud. Eso estaba en una maleta igual que un trabajo de música cubana a la manera de Bola de Nieve, evocándolo. Este lo grabamos con un gran pianista cubano, como es Omar Sosa, y con Hugo Bravo en la percusión. Hemos grabado otro disco de poesía y otro en homenaje a mi madre. Hemos grabado estos cuatro discos que, creo, son de colección. Estamos viendo cuándo publicarlos.
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Chabuca cantando de Javier Heraud contradice lo que decían de ella: que era la cantante de los gamonales.
Chabuca era una mujer maravillosamente sensible y muy lúcida. Hizo una canción que todos asociaron a la junta militar, Paso de vencedores, pero en esa canción habla del cambio que se da en el país. La letra dice “Madre que vas a parir el hijo erguido”, ya no el hijo humillado, como vivían muchos campesinos antes. Dice “soldado, toma la luz del guerrillero”, evocando a Javier Heraud. Esa letra no era sobre la junta. Esa letra es el Perú y cómo el Perú le dolía a Chabuca Granda, una mujer con tremenda madurez para sentir nuestro país.
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Me decía que la muerte de Heraud la conmovió.
Mucho. Adoraba la juventud. Me acuerdo de una noche: pasé por su casa para verla un ratito y me dijo ¿a dónde te vas? Le dije que me iba a la reunión de Hora Zero, que estaba de aniversario e iban a hacer performances y presentar videos y demás. Y ella me preguntó ¿y yo puedo ir? Sí, vamos. Se puso su chal y nos fuimos. Ella estaba sentadita mirando todo. Ahí aparecieron Andrés Soto y Kiri Escobar, y se quedó prendada de la música de estos jóvenes. Muchas veces nos fuimos a la playa, a cantar, a leer poesía. Ella nos repartía mantitas. Chabuca ha sido una luz en mi vida.
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¿Sigue investigando la música negra?
Sí. Me he ido a la poesía. Recogimos material en Lambayeque y en Zaña. Logramos que muchos viejitos cantaran coplas muy antiguas, que se han transmitido de padre a hijo. En el disco de poesía que estamos trabajando incluimos este material. También, por iniciativa de Ricardo Pereira, estamos en Cañete, haciendo talleres de música con niños y profesores de la zona.
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¿Cómo musicaliza la poesía?
Es un trabajo muy delicado. Hay cosas que no van. Recuerdo una versión de Masa, de Pablo Milanés –cuyo talento es indiscutible–, que no funcionó. Yo trabajé con Javier Lazo. Recuerdo un poema bellísimo de Juan Gonzalo Rose: “El Estado no me ofrece ni seguridad ni aventura, tú tampoco me ofreces ni seguridad ni aventura, pero si me acuesto con el Estado no amanezco con un jardín en la cabeza”. Ese poema lo trabajé con Rafo Ráez.
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Usted recibió un Grammy en 2002 por Lamento negro. Se trata de un premio masivo. ¿Cómo interpreta aquello?
Tengo un montón de premios y ya me los olvido. La primera nominación a un Grammy fue con un disco llamado Los Super Seven, al que había sido invitada junto con Caetano Veloso y otros. Yo me alegré tanto con la nominación, que fui para allá. Para mí, ya era la gloria. Nos hicieron un reconocimiento, nos tomaron fotos, hubo una fiesta... También hubo muchas cosas que me parecieron muy frívolas, pero me divertí mucho.
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¿Y cuando usted ganó?
¡No fui! Estaba en plena gira. Esa noche cantaba en Boston. Y, además, veníamos de cantar en Chile y nos íbamos a Europa. Estaba en el camerino y Ricardito entró y me dijo: “Creo que te has ganado el Grammy”. Me enteré por RPP. Fue lindo recibir el premio. Fue una pena no estar en el Perú porque mi casa habría sido una fiesta.
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José Gabriel Chueca
Perú21