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Eran los primeros años de la década de los 70 cuando se iniciaba la promoción del Arte Negro a nivel de Festivales. En Cañete la tranquilidad, el orden y la limpieza eran tan respetados como ver a un niño vistiendo el uniforme comando color caqui (con corbata y cristina). La idea surgió y muy pronto se convirtió en el gran certamen de todas las actividades programadas en marco a la celebración de la provincia, que dicho sea de paso se realizaban en la Plaza de Armas.
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En aquel entonces, muchos éramos niños, algunos no llegábamos a la década de vida, pero ya escuchábamos en las emisoras locales y en los comentarios de los mayores, la realización del Primer Festival de Arte Negro(1). Claro, quizás no entendíamos de lo que se trataba, pero era evidente la algarabía, emoción y expectativa en la población por disfrutar de un evento nuevo, y que además, pondría en escena representantes de Lima, Chancay, Chincha, Cañete e Ica. En fin, la idea entusiasmaba.(2)
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Mientras los niños crecíamos, el Festival de Arte Negro se iba convirtiendo en un elemento tradicional de las festividades. Con el transcurrir del tiempo, este evento nos iba identificando cada día con la cultura afroperuana. La emoción ya no era parte de la curiosidad del niño que escuchaba a los mayores conversar o dialogar sobre el primer festival, ahora ya jóvenes queríamos participar, algunos bailando, otros tocando o quizás simplemente observando y disfrutando de las hermosas coreografías de los grupos y de las propias candidatas.
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Crecimos un poco más y quienes solo veíamos a inicios de la década del 70 pasar a la población con destino al Estadio Roberto Yañez para espectar el Festival, ya al termino de la misma década, y luego de participar en los ensayos finales para el desfile escolar (representando a la G.U.E. José Buenaventura Sepúlveda), regresábamos a casa para solicitar permiso a nuestros padres para acudir al Festival. A veces nos otorgaban el permiso, pero muchas veces esté no era concedido. Cuando nos otorgaban el permiso, este era limitado, hasta cierta hora. Por ello, en algunas ocasiones solo disfrutábamos desde fuera del Estadio, pero igual, la algarabía, la música y el retumbar de los cajones se hacían sentir. Otras veces, también solíamos esperar que abran las puertas para ver la clasificación Final y la presentación estelar de Caitro Soto, Lucila Campos, Zambo Cavero, Ronaldo Campos, etc., pero ya estábamos un poquito mayorcitos y conversábamos sobre lo sensacional y lo cada vez más espectacular que estaba el Festival de Arte Negro.
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Pero los años fueron pasando, acabamos los estudios secundarios y tuvimos que dejar nuestra tierra para enrumbar hacia la capital. Así como los muchachos de la Av. Mariscal Benavides, muchos otros, de otros barrios de San Vicente, tomaron la misma decisión. Nuestra generación se dispersaba y marcaba el inicio de una nueva etapa en nuestras vidas, la madurez y los estudios nos absorbían por completo, y aún un poco lejos del terruño sentimos que nuestra relación y compromiso con la provincia se fortalecía.
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Es entonces, en ese momento (o quizás unos años antes), que surge algo que no he escuchado y/o leído en diferentes artículos escritos con relación al Festival. Cada uno de los emigrantes, de distintas generaciones, se han convertido en promotores y difusores ad honoren del Festival de Arte Negro.(3) (4) En conjunto, todo ello promueve y genera el turismo, y esté a su vez dinamiza la economía local, no solo de San Vicente sino también de los otros distritos, que en los últimos años han comenzado a surgir y ofrecen atractivos aún poco explorados.
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Luego, en 1990 el Ministerio de Industria y Turismo mediante Resolución Ministerial reconoce a la Semana de Cañete como una festividad de convocatoria nacional. Después, en enero de 1992 la Municipalidad de Cañete patentiza de manera definitiva al 12 de agosto como Día del Arte Negro. Luego vendría la Procesión de los Santos Negros, el Pasacalle Negro, el Concurso Afro gastronómico y la Misa Afroperuana, de los cuales, muchos aún no he admirado, pero intuyo que es producto de la perseverancia de quienes con ahínco se identifican con esta alegre cultura.
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Esta nota que empieza con describir de manera concreta la percepción infantil y adolescente del Festival de Arte Negro, busca explicar la trayectoria seguida por un Festival y su importancia para la Provincia. Por ello, se recuerda las actuaciones en los Colegios(5) con las danzas y décimas, el zapateo, la zamacueca y otras tantas danzas difundidas con entusiasmo y algarabía por nuestros paisanos de San Luis, Santa Bárbara, La Quebrada, Casa Blanca, Montalbán, Hacienda Arona, etc.
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En aquellos años se tenía que hacer algo para cultivarla y así lo entendieron las autoridades y personalidades del momento. Para muchos, ello significaba el reconocimiento de una cultura que si bien es cierto era valorada, debería ser mayormente promocionada desde uno de los lugares que la cultivan. Para otros quizás, significaba la búsqueda de algo muy cañetano que haga aún más significante nuestra celebración. Pero lo que es cierto, es el compromiso por mantenerla en un sitial, es decir, en la necesidad y capacidad de hacer de la celebración un evento que cautive y mantenga determinado nivel a lo largo de los años.
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Asimismo, debe entenderse que la promoción del Festival no solo pasa por una buena organización, la calidez y participación de la población también cuenta. Recuérdese que quienes tuvieron la brillante idea de convertir a Cañete en uno de los centros de difusión del Arte Negro, estuvieron respaldados por Autoridades, Agrupaciones, Artistas y la propia población, quienes en conjunto actuaron para que nuestra provincia resalte una de nuestras tantas expresiones culturales. Por ello, este arraigo social demanda cada vez un mayor compromiso por hacerlo mejor y solo lo lograremos con la integridad y mayor participación de quienes nos sentimos vinculados a esta hermosa tierra del Sur Chico.
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Finalmente, por lo descrito y si nos detuviéramos a pensar y reflexionar un poco, podremos apreciar que la evolución ha sido muy positiva, claro que es importante fortalecer la calidad del espectáculo, pero si queremos que el Festival se convierta en un producto de atracción nacional debemos los Cañetanos trabajar más, desde cada una de nuestras áreas de acción y con el compromiso de resaltar otras expresiones económicas, sociales, religiosas y culturales, que sumados al Arte Negro hagan una de las líneas de acción que propicien y hagan sostenible el desarrollo de nuestra Provincia.
Martin Ochoa De la Cruz
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* Fotos de Santiago Venturo: Festival Nacional de Arte Negro 1975
(1) Las emisoras Radio Fesa, Radio Imperial y Radio Estrella del Sur, estaban entre los medios que promovían el certamen. El diario La Provincia hacia lo mismo.
(2) El Primer Festival se llevo a cabo en el Anfiteatro del ACAR y luego, se realizaron en el Estadio, y para quienes vivíamos en la Av. Mariscal Benavides o Av. 9 de Diciembre, ver acudir gran cantidad de personas invitaba a sentarse en la puerta de su casa para ver pasar a la gente con ansías de diversión.
(3) Desde mi punto de vista una lección aprendida es dar mayor importancia e ímpetu a las acciones de Difusión. Muchos de los foráneos que llegan a Cañete para disfrutar del Festival quizás llegan por invitación de algún Cañetano.
(4) Sino preguntémonos, quién no ha invitado a sus amistades, compañeros de estudio y/o de trabajo, a visitar Cañete y participar del Festival.
(5) Recuerdo mucho a los hermanos Joya, grandes zapateadores.
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