martes, 23 de diciembre de 2008

ZAPATEANDO

Yo he visto zapatear desde que tengo uso de razón. Yo creo que el zapateo es peruano pero nunca me he preguntado de donde viene. Pero lo que sí puedo decir es que en Cañete tiene la particularidad que todo es en contrapunto, como las décimas y el alcatraz. Siempre hay u rival y no lo tiene que superar.

Antiguamente había dichos y, por ejemplo, cuando hacían el contrapunto, decían: “Apuesto hasta mi pellejo a la pata de mi tío”. Me contaban que había mucha gente “mocha” porque apostaban un dedo y, si perdían, se lo cortaban. Venían de Chincha a competir con Cañete; cada uno ponía su mejor zapateador.

También se zapateaba entre barios, entre haciendas. Allá salió esa décima:
Anoche jugué y perdí,
lo mismo será mañana;
para jugar y perder,
machete, estate en tu vaina

En su turno el zapateador es libre y siempre zapatea en contrapunto. Cada uno hace su figura, uno por uno, y siempre tiene que hacerla mejor que el anterior. El zapateo tiene sus amarres. Como comienza, así tiene que terminar. si uno lo hace escobillando tiene que terminar igual. Eso se llama amarrar. Antes había reglas más marcadas que ahora. El señor Rangel, un viejo cañetano, siempre nos enseñaba. Nos preparaba para Navidad. Y no era con guitarra, era con violín macho, que no sé por qué le llaman así.

Antes se zapateaba con pie plano. Es el zapateo de chacra, pues había muy pocas veredas. El baile negro, se hacía en las haciendas, donde todo era sembrío. De niño yo zapateaba con todo el pie sobre la tierra, como bailan los Ballumbrosio. Pero en la iglesia era con zapato.

Todo va evolucionando. Lo que está quedando del folclor negro es el festejo. Sin embargo hay lando, panalivio, lamento y todo eso se está perdiendo. El zapateo ya está preparado para el teatro, para el espectáculo, y hoy zapatean con punta y taco, con redobles que no usan todo el pie. Antes, cuando había competencia, se bailaba con los pies descalzos.

Caitro Soto de la Colina

Editor General: Bernardo Roca Rey Miró Quesada
Editor: Gabriel Valle Mansilla
Investigación: Claudia Balarín Benavides
Foto: Eduardo López Velarde


  • De Cajón. Caitro Soto. Carlos Soto de la Colina. Editorial El Comercio. 1995

Contrapunto de Zapateo entre Caitro Soto de la Colina y Eusebio "Pititi" Sirio



ENTRE UNANUE Y ARONA

ENTRE UNANUE Y ARONA
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A la vera de la Carretera Panamericana Sur, en el bien irrigado -fértil- valle de Cañete, a 170 kilómetros al sur de Lima se yergue el Castillo Unanue, singular casa hacienda decimonónica que invita al transeúnte a adentrarse en estas tierras que los incas conocieron como Guarco. Así el viajero -o el turista- puede encontrarse con la Casa Arona y comprobar que el tiempo pasa volando y que allí las edificaciones prehispánicas, coloniales, republicanas y de estos días, tienen huellas arquitectónicas dejadas por milenarios trabajos agrícolas y confrontaciones políticas.
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Este amplio valle llegó a tener en la playa de Cerro Azul, su propio puerto conectado con el indispensable ferrocarril para exportar algodón, y ahora -entre otros recursos- tiene unas casas haciendas que rastrean sus orígenes históricos a cuando el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, dispuso en 1556 la fundación de una villa de españoles en este lugar. Allí recibió tierras don Lorenzo de Arona, quién así dio nombre a la casa y los campos que expandiéndose o reduciéndose se conocen como la hacienda de San Juan de Arona. Por compra o herencia se le agregaron y7o desmembraron los fundos de Cerro Blanco, Gómez, Pepián así como las tierras Guayabal que luego formaron la hacienda Unanue y Montalván. Estos monumentos están marcados por los avatares del paso del tiempo en general y de la historia particular de los hombres y mujeres que allí vivieron acontecimientos mundiales tales como la Ilustración Europea, la independencia de las colonias de España en América, la abolición de la esclavitud, la inmigración oriental a este lado del Océano Pacífico, la Guerra con Chile y su recomenzar, las Guerras Mundiales y -por supuesto- la Reforma Agraria Peruana de 1970.
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Agustín de Landaburu y Belzunce, español liberal, al morir sin descendencia en Europa -a comienzos del siglo XIX- lega estas propiedades donde había pasado su infancia y juventud, a su ilustre maestro y político peruano Hipólito Unanue y Pavón (1755-1833). Éste compra a Bernardo O’Higgins -prócer independentista chileno- la inmediata hacienda de Montalván que para mediados del siglo XX será propiedad del empresario y visionario político Pedro Beltrán Espantoso, propulsor de la modernización de la tenencia de la tierra y la vivienda en el país.
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DEL CASTILLO UNANUE
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Esta casa hacienda fue edificada en la década de 1840 sobre una huaca -o pirámide trunca prehispánica-, por José Hipólito Unanue de la Cuba, quién a diferencia de su prominente progenitor, era hombre dado a las aventuras del buen viajar así como a satisfacciones y placeres que están al alcance del agricultor próspero. Este poco conocido personaje muere sin descendencia y estos campos con su casa -de estilo ecléctico y hecha de quincha- pasa a sus sobrinos, entre quienes destaca don Eugenio Larrabure y Unanue (1844-1916), diplomático, político e historiador de significativas obras publicadas. Se trataba de un hombre de avanzada, capaz de traer al país novísimas tendencias europeas para entender nuestra diversidad étnica, ya que como primer presidente del Instituto Histórico del Perú -hoy Academia Nacional de la Historia- propuso en 1906 dejar atrás la ancestral huaquería al escribir: ...Aquí cansados estamos de verlo, llega cualquier viajero, toma una cuadrilla de peones y se echa a desenterrar momias y objetos, sin permiso de nadie, como si estuviese en casa propia, para no dejar más que el recuerdo de su paso… Este polifacético personaje contrae matrimonio con Rosa Correa, y encuentra tiempo para cuidar con identidad local y familiar de este monumento, cuya fragilidad estructural, constituye en estos días tanto una válida evidencia de nuestro fragmentado pasado como de la urgencia de su salvaguarda.
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Margarita Larrabure y Correa, se casa con Antonio Ribero Trimouille en 1921, y juntos consolidan un patrimonio económico y cultural que hereda su único hijo. Marjorie Ribero de Gerbolini nos cuenta como -su padre Antonio Ribero Larrabure asumió la instalación de la electricidad así como de agua y desagüe en este señorial inmueble ocupándose de la preservación de sus reminiscencias medievales tomadas de Europa y Asia, y las precauciones que tomaba para restaurar la pintura mural. No evade recordar la dedicación paterna para innovar la tecnología y la producción agrícola aún cuando sabía que Unanue sería una de las primeras haciendas confiscadas por el Gobierno Revolucionario. Este dueño de la Hacienda Unanue fue quién procedió a su entrega completa -incluso con el mobiliario completo- a la Cooperativa Agraria 186.
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Desde entonces nadie ha cuidado del Castillo Unanue, aun cuando es Monumento Histórico desde 1972 y -por lo aquí dicho- excepcional recurso turístico de la zona. Las precarias viviendas construidas de inmediato por los campesinos en los terrenos que se extienden entre la Carretera Panamericana y este singular inmueble, son ahora prueba fehaciente de una incapacidad de cuidar del patrimonio cultural de la Nación y sus áreas de amortiguamiento, que en su día fueron arboleadas.
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Los resquebrajados muros y torreones amenazan desplomarse con el próximo temblor natural o provocado por sus recurrentes turistas, por ahora, los escolares cañetanos que suben y bajan en tropel por las anchas escaleras que fueron hechas para el desplazamiento pausado. En sus habitaciones algún desvencijado mueble a medio depredar atestigua el despojo perpetrado, para -supuestamente- generar prosperidad. El abierto futuro que aquí se proyecta, ya ha interesado a potenciales inversionistas, quienes se desaniman ante la renuncia de sus actuales propietarios -Agrícola Cerro Blanco S.A.- para proceder a su puesta en valor.
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A más de treinta años de la Reforma Agraria, los supuestos beneficiarios de esta expropiación son personas desconfiadas e incapaces de asumir retos y cambios que pudieran incluir tener que salir de allí, como ocurrió con la descendencia Larrabure – Unanue. Apremia romper esta inercia.
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DE LA CASA ARONA
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Esta señorial edificación así como su entorno natural siguió en poder de los descendientes de Francisca Unanue y Pedro Paz Soldán precisamente por que fue declarada Monumento Histórico poco antes de la Reforma Agraria, como cuentan sus propietarios Luis Alayza Grundy y su esposa María Luisa de Losada de Alayza, hija Cristóbal de Losada y Puga, matemático, quien fuera director de la Biblioteca Nacional desde 1948 hasta su muerte, en 1961. Este ingeniero agrónomo e hijo de Francisco Alayza Paz Soldán se instaló en 1952 -con su familia- en la desmantelada propiedad colonial luego de estar setenta años alquilada; para comenzar con la recuperación del campo, sus linderos y acequias, poco a poco a fueron rearmando la casa de sus ancestros y el mobiliario. La emoción de esta salvaguarda tocó la identidad familiar de Elvira Garezón Paz Soldán (hija de Pedro Garezón, último comandante del monitor Huáscar), quién les obsequia unos muebles de cuero con monograma, una inmensa mesa de comedor, y -entre otras cosas- unos jarrones chinos.
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Los esposos Alayza -en su tercera edad y acompañados de su hijo Roberto- nos han acogido en el amplio patio corredor de entrada de su hogar en Arona, nos han llevado a la capilla presidida por la imagen de la Virgen de la Asunción que Fernando VII, Rey de España, regalara a Hipólito Unanue, hemos entrado a la señera biblioteca; de su sala engalanada con óleos y fotografías familiares hemos pasado a almorzar en el alargado comedor con sus floreros repletos de geranios rojos, acogedores y propiciadores de una fluida conversación que no soslaya el abrumador contraste entre la Casa Arona y el Castillo Unanue.
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En la despedida gravita el cómo se cerrará esta brecha.
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  • BIENVENIDA. Turismo Cultural del Perú
  • Texto: Mariana Mould de Pease. Historiadora especializada en la conservación y uso del patrimonio cultural.
  • Fotos: Roberto Fantozzi

VIDEO CASTILLO UNANUE

VIDEO CASA HACIENDA ARONA

lunes, 8 de diciembre de 2008

LUCHAS Y PASIONES: EL SIGLO XXI SUENA CON TAMBORES

LUCHAS Y PASIONES: El siglo XXI suena con tambores

El historiador cubano Manuel Moreno Fraginals recuerda una frase que resume en muchos sentidos el clima de asfixia y pasión en el que se desarrolla la cultura africana en nuestro continente: "El problema aquí es no morirse". Signada por la urgencia más extrema, golpeada por la violencia física y psicológica de la esclavitud, la comunidad negra hizo de la expresión musical un espacio de supervivencia moral desde su establecimiento en América. Un espacio que se convertiría, entrado el siglo XX, en el más potente y variado abanico de manifestaciones musicales del mundo: el blues, el jazz y el rock and roll en Estados Unidos; la zamba en Brasil; el son, el mambo y el guaguancó en Cuba; el merengue en República Dominicana; el candombe en Uruguay, etcétera.

¿Cómo fue la cosa entre nosotros? Para el maestro Octavio Santa Cruz, guitarrista y especialista en tradiciones musicales del Perú, lo que hoy llamamos música afroperuana tiene una presencia real desde la Colonia, pero es una presencia ambivalente. "Conforme la noción de lo criollo va ampliándose y reconfigurándose en la sociedad, la cultura negra empieza también a transformarse y a introducirse como un elemento importante en ese complejo proceso de mestizaje".

Según Santa Cruz esa ambivalencia se sostiene en el aspecto social: la población negra, marcada por la marginalidad de un estatus inferior, ve cómo su acervo cultural impregna al país sin poder sentirse parte del fenómeno.

Igual que en el caso del blues estadounidense, la génesis de la música afroperuana está en el campo, en las largas y tortuosas jornadas de trabajo. Santa Cruz explica que esas expresiones musicales originarias surgieron de modo absolutamente espontáneo, como una forma de marcar el ritmo en la actividad laboral --el corte de la caña, por ejemplo-- y de aligerar la monotonía y el malestar del trabajo forzado.

"También es probable que haya habido una serie de cantos más dramáticos, en los que se hacían explícitas la tristeza y la opresión. Cantos improvisados en el galpón, a espaldas de los capataces". Nada de esos cantos ha sobrevivido hasta nuestros días seguramente porque eran vistos como propulsores de subversión y, en consecuencia, censurados, prohibidos.

Santa Cruz pone el ejemplo del panalivio. "Al parecer el panalivio era un canto rebelde, muy intenso, fuerte, y sin embargo lo que ha llegado hasta nosotros es un tipo de tonada dulzona, cadenciosa. Yo imagino que ha sufrido todo un proceso de transformación para subsistir, y probablemente por eso se parezca poco al original".

Pero la censura no respondió solo a una estrategia práctica de represión. Con el tiempo fueron apareciendo una serie de reparos y trabas de orden moral. A mediados del siglo XIX algunos bailes de innegable carga sensual, como la zamacueca o la mozamala, empezaron a introducirse en la sociedad criolla, pero generaron situaciones complicadas, pues se tachó de 'pecaminoso' a todo aquel que los practicaba.

A inicios del siglo XXI vemos que el mestizaje ha sido inevitable. Y ciertamente provechoso. Como dice Luis Delgado Aparicio en el libro "Lo africano en la cultura criolla": Hemos vivido "el triunfo cosmopolita y universal del tambor". Pero también se ha perdido mucha información cultural valiosísima: géneros musicales enteros han desaparecido, víctimas de esa vieja cadena de censuras, o de indiferencia y desidia.

En los últimos treinta años la cultura afroperuana se ha visto revalorada en gran medida por la magnífica obra de los hermanos Nicomedes y Victoria Santa Cruz, y hoy la comunidad negra no solo brega desde los territorios de la creación musical y artística sino también desde la reflexión académica y la intervención política. Y la lucha continúa. (D.O.)

El Dominical. El Comercio

Domingo 16 de noviembre del 2008

Jorge Paredes

RITMO Y COLOR: LA ESCRITURA NEGRA

RITMO Y COLOR: La escritura negra

Tras centurias de infortunio y segregación para su raza, la población afroestadounidense recién abordó los cenáculos de la cultura oficial entre 1920 y 1930. En la década de los 20, la comunidad negra de Harlem, en Nueva York, desbordaba en su creatividad artística, principalmente por el apogeo del jazz y del rhythm & blues. Músicos como Duke Ellington o intérpretes como Bessie Smith eran acogidos como estrellas, aún fuera de EE.UU. Con ellos renacían, también, la danza y el teatro de raíces negras.

Esta ebullición cultural propició el surgimiento del llamado Renacimiento de Harlem con el que narradores y poetas de estirpe negra ingresaron de lleno a la Literatura estadounidense. Su principal influencia era la música popular negra que les dictaba ritmos sincopados, imitación de sonidos e improvisaciones, similares al jazz. Los poetas pioneros en esta exploración fueron Carl Dunbar y Langston Hughes, que en su poesía hablaban del orgullo racial y exhortaban a cultivar una tradición cultural afronorteamerticana. La impronta de este movimiento es tal que más tarde influiría a la generación beat y muy recientemente a los trovadores populares de música rap.

El Renacimiento de Harlem también era heredero de los "spirituals" que se cantaban durante las ceremonias religiosas de la comunidad negra y del folclor de los esclavos negros en general. Otros representantes de este movimiento fueron Zora Neale Hurston (novelista y antropóloga), Nella Larsen (novelista), Jessie Fauset (editor, poeta, ensayista y novelista), Countee Cullen (poeta), Claude McKay (poeta), James Weldon Jonson (poeta), Arna Bontemps (poeta) y Richard Bruce Nugent (poeta), entre otros.

En los años 50 y 60 el movimiento de escritores negros participó de manera entusiasta en la lucha por los derechos civiles de su comunidad y produjo una literatura fuertemente política, que se extendió hasta principios de los años 70, sobre todo entre los poetas. De esos años el vate más celebrado fue LeRoi Jones (que se rebautizó como Imamu Amiri Baraka) y le seguían June Jordan, Dudley Randall, Nikki Giovanni, Naomi Long Madgett, Mae Jackson, S. E. Anderson, Etheridge Knight, A.B. Spellman o James Emmanuel (que tiene un célebre poema llamado "Pantera negra", de simbólica alusión al movimiento radical negro del mismo nombre). El corte político de sus poemas no disminuyó la musicalidad ni el brío de sus predecesores, empleando además el sarcasmo, el verso corto, la polirritmia y una emotiva intensidad.

Otros ámbitos

Curiosamente, en los años 20, en las regiones de África de influencia colonial francesa se produce también un gran movimiento que origina la aparición de poetas y narradores africanos de valor. En 1920 aparece en Senegal un libro para niños que funda esa expresión, Les Trois Volontés de Malic, del escritor Ajmadú Mapaté Diagne. La eclosión de los poetas y escritores que rápidamente se sucedieron va aparejada con obras como la del poeta galo Blaise Cendrars, que de niño había vivido en Egipto, quien publica su "Antología negra", fuertemente influido por esa cultura, en 1921.

La ebullición de la cultura negra se expande a otros continentes. En 1928 se inicia en Cuba el "negrismo" cubano, también influido por la música de la isla (principalmente el son) y por la santería de la tradición abakuá, como bien ha observado Alejo Carpentier. En 1930 aparecerá el poemario "Motivos del son" del emblemático Nicolás Guillén, y al año siguiente su no menos célebre "Sóngoro Cosongo".

En el Perú, que también tiene lo suyo, el más celebre representante de las letras afroperuanas es el decimista Nicomedes Santa Cruz. Con él figuran Gregorio Martínez (y su espléndida novela "Canto de Sirena"), el chinchano Antonio Gálvez Ronceros (con el emblemático "Monólogo desde las tinieblas") y el poeta cañetano Enrique Verástegui, de afán más cosmopolita. (E.S.H.)

El Dominical. El Comercio

Domingo 16 de noviembre del 2008

Jorge Paredes.

  • Foto: 3i Noticias

ÁFRICA EN AMÉRICA: LAS RAÍCES DE UN CONTINENTE

ÁFRICA EN AMÉRICA: LAS RAÍCES DE UN CONTINENTE
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Las raíces de un continente. El aporte africano en América ha sido silenciado por mucho tiempo. Recién en las últimas décadas diversos estudios han destacado su innegable valor en la formación de nuestra cultura. Una mirada a la luz del arribo del primer presidente afroamericano a la Casa Blanca.
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Por Jorge Paredes
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El primer negro que ingresó al Perú formaba parte de la expedición de Pizarro. Era un guineano, esclavo de Alfonso de Molina, uno de los Trece del Gallo. El español desembarcó en Tumbes con dos cerdos, un gallo y varias gallinas, pero lo que más llamó la atención de los indios fue la piel negra del esclavo. Cuenta la leyenda que le ofrecieron agua para que se lavara, pero su color no cambió. Los indios lo miraron con más sorpresa aún. Simplemente, no lo podían creer.
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No existen cifras exactas de la magnitud del comercio esclavista en América, pero desde mediados del siglo XV por lo menos 10 millones de africanos desembarcaron en las costas del Nuevo Mundo, número engañoso si se tiene en cuenta que tres esclavos de cada cuatro morían en el trayecto. Un crimen de lesa humanidad que nunca ha sido reparado y que sin el cual no se habrían levantado los imperios ingleses, franceses, holandeses, españoles y portugueses en el continente. Carlos Aguirre menciona en "Breve historia de la esclavitud en el Perú" que unos 660 mil africanos llegaron a Estados Unidos, 4 millones al Brasil y un millón 600 mil a la América española. El resultado: estos hombres y mujeres con su variedad de lenguas, nacionalidades, culturas, ritos y costumbres transformaron cada una de las regiones que pisaron, desde Canadá hasta la Patagonia. Desde el cautiverio, los negros configuraron la identidad del Brasil actual, el segundo país en el mundo con mayor población negra, también modelaron la cultura musical de Cuba, Jamaica y de toda Centroamérica y el Caribe, potenciaron la industria algodonera del sur de Estados Unidos, y trabajaron hasta la muerte en las casas, haciendas y minas de América del Sur.
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Sin embargo, su aporte permaneció oculto por siglos. Fue invisible para Vasconcelos en México y minimizado por Mariátegui en el Perú, para citar a dos notables pensadores. Recién en los últimos cincuenta años diversos estudios han puesto énfasis en ello como un descubrimiento de esa raíz cultural oculta del continente.
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"Yo hablaría de una cultura indoafrosinoamericana", dice el antropólogo Humberto Rodríguez Pastor, autor del libro "Negritud. Afroperuanos: resistencia y existencia". Con esta expresión, él pone acento en las influencias autóctonas, africanas y chinas en la configuración de las Américas. Más allá de la música, que es la contribución más visible, el aporte de los afroamericanos está en muchos otros aspectos de la vida y la cultura del continente, en algunos casos de forma anónima. "En la gastronomía, ellos no trajeron plantas ni condimentos, pero aportaron su sazón. La comida criolla americana tiene gran influencia negra. Todas las iglesias de Lima fueron construidas por negros, que no se sepa sus nombres es otra cosa. Y ni hablar de Pancho Fierro o de José Manuel Valdés (1767-1843), que fue el médico más importante de Lima a fines de la Colonia e inicios de la República, en un tiempo en que los curanderos negros tenían gran prestigio", dice Rodríguez Pastor. La historia de Valdés es interesante porque fue hijo de un músico y una mulata libre, y a causa de su color solo pudo obtener el título de bachiller de Medicina. Sin embargo, hizo importantes aportes para contrarrestar las epidemias en Lima. Fue catedrático del Colegio de Medicina, participó en las luchas independentistas, y destacó como historiador (escribió una biografía de Fray Martín de Porres) y teólogo.
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La negritud
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Las luchas de los negros por sus derechos son tan antiguas como la propia esclavitud. En 1609 se estableció en Veracruz, México, el primer pueblo libre del continente gracias a la rebelión de los esclavos. Haití fue el primer país independiente de América (1804) por el mismo motivo y en épocas contemporáneas las luchas civiles de los negros en Estados Unidos han repercutido en todo el continente. El 'Black Power' de Jamaica tiene componentes políticos y culturales, representado en la música reggae; y en Brasil existe un sólido movimiento de conciencia negra al igual que en Colombia.
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"Nosotros partimos del concepto de diáspora", dice Mónica Carrillo, joven directora de Lundu, un centro de estudios y promoción afroperuanos. "Esta dispersión forzada de la población africana ha hecho que hoy seamos 150 millones de afrodescendientes en las Américas. "Es importante entender --continúa-- que la palabra negro ha sido una construcción realizada por los colonizadores, como oposición a lo blanco. Nace con una carga negativa que implica lo malo, lo sucio, lo abyecto. Por eso en el camino le hemos ido dando un sentido positivo. Ahora podemos decir que somos parte del movimiento negro, pero preferimos usar el término afrodescendiente que remite a nuestro origen africano y trasciende el color de piel".
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Palenques y cofradías
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La ruta cultural africana en América tiene dos líneas muy marcadas: la religión y la música. Tal vez el primer escape a la opresión estaba en esa resistencia secreta al dios impuesto por el cristianismo, al cual se le dotó de ritos y poderes que remitían al África ancestral. La santería en Cuba y sus orichás (dioses), el candomblé en el norte del Brasil y en las Guyanas, el vudú en Haití o la macumba en Bahía (Brasil) remiten a un sincretismo de manifestaciones religiosas, alimentadas también por las culturas locales indígenas. Por ejemplo Shangó, el dios del rayo, de la guerra y de la música, se convirtió en Santa Bárbara, Ochún en la Virgen de la Caridad o Yemayá, la reina del mar, en la Virgen de Regla y Babalú Ayé en San Lázaro.
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Esta religiosidad cargada de sentido místico y de resistencia estaba asociada a la danza y la música, y se desarrolló en esos espacios liberados que los cimarrones (esclavos fugitivos) establecieron en los montes de Ecuador, Colombia, Brasil o Las Antillas. Estos palenques o quilombos (tal como se les conoce en Brasil) fueron claves para el proceso de preservación y sincretismo de las culturas africanas.
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Como señala Mónica Carrillo, en Ecuador estaba toda la región de Esmeraldas, cuyo lema hasta la actualidad es "rebelde por libre y por libre nunca esclava", o Palmares en Brasil, donde se celebra el día de la conciencia negra, o San Basilio, en la costa norte de Colombia, territorio liberado hasta bien entrado el siglo XX.
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Si bien el territorio se convirtió en un foco de resistencia, en el Perú el fenómeno no fue tan marcado. "Primero por la geografía", dice Humberto Rodríguez Pastor, "nuestra costa es árida por eso los palenques fueron muchos y pequeños, el más conocido era el de Huachipa, que no agrupaba a más de 40 negros".
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Otro punto central es que los esclavos que llegaron al Perú no pertenecían a una sola etnia, como en Brasil, sino que eran comprados en mercados de Panamá y Cartagena. Eran de grupos diversos (un artículo del "Mercurio Peruano" habla de terranovos, lucumés, mandingas, cambundas, carabelíes, cangaes, chalas, huarochiríes, congos y mirengas), hablaban lenguas diferentes y muchos habían nacido en América. Por eso se les daba una clasificación gruesa: bozales (los que venían de África) y ladinos (los que conocían el castellano). Aquí su organización giró, por eso, alrededor de las cofradías, que eran hermandades reunidas alrededor de un santo. Hacia 1619 existían diecinueve de estas comunidades en Lima y la más conocida fue la que dio origen al Señor de los Milagros.
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"Recién en los últimos años", cuenta Mónica Carrillo, "los jóvenes afrodescendientes peruanos han tenido un acercamiento a las religiones africanas a través de la música cubana moderna, conocieron a Shangó a través de Celina y Reutilio y a la religión yoruba a través de grupos de timba".
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Tareas pendientes
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La deuda con la cultura africana es impagable. Y todavía falta mucho por reconocer y aceptar. Pocos saben, que términos como "quimba", "banana", "conga", "mambo", "mucama", "tocayo", tienen raíces africanas.
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Otro dato: Garret Morgan, un afroamericano, fue el inventor del semáforo en 1923. Después vendió los derechos a la General Electric por solo 40 mil dólares.
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Sin embargo, en muchos países de América existe todavía un racismo latente. En Brasil esta práctica está penada, y en el Perú las medidas se reducen solo a evitar la discriminación en lugares públicos. Por eso el triunfo del demócrata Barack Obama en Estados Unidos ha sido visto también aquí como una reparación, como una nueva oportunidad de cambio. "Mi madre", confiesa Mónica Carrillo, "lloró con la noticia. Agradeció a Dios el haberle dado vida para verla, y recordó la vez que fue a un hospital y un médico se negó a atenderla porque era negra".
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El Dominical. El Comercio.
Domingo 16 de noviembre del 2008.
Jorge Paredes
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Evolución. La cultura africana ha pasado por distints etapas, recién ha comenzado a ser reconocida y aceptada en las últimas decadas del siglo XX. Caitro Soto, la imagen del cajón peruano.
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Ilustres. Familias como los Ballumbrosio y los Santa Cruz son emblemáticas de lo afroperuano.









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Sabor afroperuano. La cultura afroperuana tiene en las tradiciones de Cañete y Chincha, en el sur, y de Yapatera, en el norte, su más genuina expresión.




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Fotos
  • Eduardo López
  • Lorry Salcedo
  • Octavio Santa Cruz
  • Percy Castañeda
  • Kateryn Hidalgo

sábado, 15 de noviembre de 2008

SUSANA BACA EN "VUELVO AL SUR"

SUSANA BACA: “VUELVO AL SUR SIGNIFICA VOLVER A LA GENTE QUE QUIERO, A LA RAÍZ”
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Después de una intensa gira internacional, Susana Baca regresa con Vuelvo al sur, recital en el que la acompañan Sergio Baldeos, Juan Medrano 'Cotito’, Hugo Bravo y Juan Rebaza. Las presentaciones son el martes 18 y el miércoles 19 en el Teatro Peruano Japonés (Residencial San Felipe).
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"Mi concierto se llama Vuelvo al sur porque con él regreso al país, a mis fuentes, a mis raíces, a mi familia, a la gente que quiero. Hace como seis años que no me presento en un espacio grande en el Perú, cuando nos presentamos en la huaca Pucllana, después de lo del Premio Grammy”, recuerda Susana Baca.
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¿Qué va a cantar?
Hacer el programa ha sido dificilísimo. Nos hemos roto la cabeza con los músicos porque tenemos muchísimas canciones. Después de seis años tenemos mucho que decir y hay que ajustarlo a una hora y media de función. Son canciones de discos cuya mayoría ha salido en el extranjero, con el sello Luaka Bop, y colaboraciones que hemos hecho. Hemos puesto algo de cantos de Navidad, de las cosas antiguas de Chincha y Cañete, trabajos de compositores nuevos, también poesía, y Chabuca, que tiene que estar.
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Ha vuelto de gira. ¿Dónde estuvo?
Estuvimos en Florencia, Milán, Suecia, Dinamarca, España, Bruselas, Budapest… caminando de un lado a otro. Ha sido una gira muy fuerte y rápida. En medio de ella, el grupo napolitano Cantango me invitó a grabar una canción sobre las mujeres que cantan delante de los muros de la cárcel, para que las escuchen sus maridos. Fue un trabajo desgarrador. Yo me metí mucho en la canción, como hace un actor con un personaje.
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¿Qué público encuentra?
Hay gente que me sigue hace mucho, que tararea las canciones o me pide María Landó. ¡Cuando empiezan los acordes de Negra presuntuosa comienzan a gritar! Y los niños, que también van, no dejan de pedir Valentín.
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¿Se encuentra con peruanos?
A veces. Y son encuentros fuertes. Una vez, en Suecia, canté en el Bern’s, una casa de los 1800, en donde han cantado Marlene Dietrich y Edith Piaf. Es un lugar viejo y bonito. Ahí me encontré con dos o tres peruanos que, cuando acabé de cantar, vinieron y me abrazaron. Y lloramos juntos porque se acordaron de nuestro país.
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¿Qué le parece la elección de Barack Obama en Estados Unidos?
Maravillosa. Creo que merece el cargo. No lo tiene por ser negro. Lo ha ganado con esfuerzo. Estoy feliz. Es un orgullo, evidentemente, para un afrodescendiente de cualquier lado del mundo. Recuerdo que, cuando Colin Powell salió a felicitarlo, nos miramos y dijimos “zambo apoya a zambo” (ríe).
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¿Qué nuevos discos está trabajando?
Tenemos trabajos que no habíamos logrado grabar antes. Por ejemplo, un trabajo lindo que hicimos con César Calvo sobre las canciones de Chabuca Granda en homenaje a Javier Heraud. Eso estaba en una maleta igual que un trabajo de música cubana a la manera de Bola de Nieve, evocándolo. Este lo grabamos con un gran pianista cubano, como es Omar Sosa, y con Hugo Bravo en la percusión. Hemos grabado otro disco de poesía y otro en homenaje a mi madre. Hemos grabado estos cuatro discos que, creo, son de colección. Estamos viendo cuándo publicarlos.
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Chabuca cantando de Javier Heraud contradice lo que decían de ella: que era la cantante de los gamonales.
Chabuca era una mujer maravillosamente sensible y muy lúcida. Hizo una canción que todos asociaron a la junta militar, Paso de vencedores, pero en esa canción habla del cambio que se da en el país. La letra dice “Madre que vas a parir el hijo erguido”, ya no el hijo humillado, como vivían muchos campesinos antes. Dice “soldado, toma la luz del guerrillero”, evocando a Javier Heraud. Esa letra no era sobre la junta. Esa letra es el Perú y cómo el Perú le dolía a Chabuca Granda, una mujer con tremenda madurez para sentir nuestro país.
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Me decía que la muerte de Heraud la conmovió.
Mucho. Adoraba la juventud. Me acuerdo de una noche: pasé por su casa para verla un ratito y me dijo ¿a dónde te vas? Le dije que me iba a la reunión de Hora Zero, que estaba de aniversario e iban a hacer performances y presentar videos y demás. Y ella me preguntó ¿y yo puedo ir? Sí, vamos. Se puso su chal y nos fuimos. Ella estaba sentadita mirando todo. Ahí aparecieron Andrés Soto y Kiri Escobar, y se quedó prendada de la música de estos jóvenes. Muchas veces nos fuimos a la playa, a cantar, a leer poesía. Ella nos repartía mantitas. Chabuca ha sido una luz en mi vida.
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¿Sigue investigando la música negra?
Sí. Me he ido a la poesía. Recogimos material en Lambayeque y en Zaña. Logramos que muchos viejitos cantaran coplas muy antiguas, que se han transmitido de padre a hijo. En el disco de poesía que estamos trabajando incluimos este material. También, por iniciativa de Ricardo Pereira, estamos en Cañete, haciendo talleres de música con niños y profesores de la zona.
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¿Cómo musicaliza la poesía?
Es un trabajo muy delicado. Hay cosas que no van. Recuerdo una versión de Masa, de Pablo Milanés –cuyo talento es indiscutible–, que no funcionó. Yo trabajé con Javier Lazo. Recuerdo un poema bellísimo de Juan Gonzalo Rose: “El Estado no me ofrece ni seguridad ni aventura, tú tampoco me ofreces ni seguridad ni aventura, pero si me acuesto con el Estado no amanezco con un jardín en la cabeza”. Ese poema lo trabajé con Rafo Ráez.
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Usted recibió un Grammy en 2002 por Lamento negro. Se trata de un premio masivo. ¿Cómo interpreta aquello?
Tengo un montón de premios y ya me los olvido. La primera nominación a un Grammy fue con un disco llamado Los Super Seven, al que había sido invitada junto con Caetano Veloso y otros. Yo me alegré tanto con la nominación, que fui para allá. Para mí, ya era la gloria. Nos hicieron un reconocimiento, nos tomaron fotos, hubo una fiesta... También hubo muchas cosas que me parecieron muy frívolas, pero me divertí mucho.
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¿Y cuando usted ganó?
¡No fui! Estaba en plena gira. Esa noche cantaba en Boston. Y, además, veníamos de cantar en Chile y nos íbamos a Europa. Estaba en el camerino y Ricardito entró y me dijo: “Creo que te has ganado el Grammy”. Me enteré por RPP. Fue lindo recibir el premio. Fue una pena no estar en el Perú porque mi casa habría sido una fiesta.
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José Gabriel Chueca
Perú21

domingo, 19 de octubre de 2008

¿TURRÓN DE DOÑA PEPA ES NATURAL DE CAÑETE?


El turrón es Doña Pepa es un dulce popular y tradicional en nuestro país, consumido preferentemente en octubre, ya que la tradición de este dulce está relacionada con la festividad del Señor de los Milagros. Este dulce atribuye su nombre a Josefa Marmanillo, una esclavizada cañetana de la época colonial, quien en agradecimiento al Cristo de Pachacamilla, viajaba año tras año para ofrecerle su dulce a quienes acompañaban al Cristo Moreno.
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Existe más de una historia sobre el origen del turrón de Doña Pepa. Sin embargo, la referencia más popular indica que Josefa Marmanillo era una esclavizada de San Luis de Cañete conocida con el apelativo de “Doña Pepa”, que destacaba como buena cocinera en la Hacienda donde vivía. La historia cuenta que Doña Pepa comenzó a sufrir una parálisis en los brazos. Debido a esta enfermedad y al aprecio que se le tenía, fue dejaba en libertad. Pero este mal también la dejaba sin posibilidades de trabajar. Es en estas circunstancias que algunos lugareños le comentaron sobre los milagros del Cristo de Pachacamilla. Josefa llegó hasta Lima para pedirle un milagro al Cristo Moreno y tanta fue su devoción que se recuperó de su enfermedad.
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Josefa como agradecimiento a ese milagro, en la próxima salida del Señor, ya estaba apostada en una esquina con una tabla especialmente acondicionada, alzó el turrón con sus dos manos y se lo ofreció al Señor, con fe, amor y agradecimiento. Regresó a Cañete, y en los años posteriores volvía a Lima, donde en las procesiones del Cristo vendía el dulce a los fieles, tradición que continuaron su hija, su nieta, y las generaciones posteriores, hasta nuestros días, en que el Turrón de Doña Pepa, preside, desde hace siglos, las expresiones gastronómicas de la muy devota Procesión del Señor de Los Milagros.

Artículo "Doña Pepa y su turrón". Diario El Comercio. Octubre 2010

Caitro yo recuerdo… HINCADO ANTE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS

HINCADO ANTE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS

Yo soy muy religioso. En mi casa todos creían en Dios y mi mamá me hizo devoto de Santa Ana para que fuera mi protectora. Cuando era pequeño hubo una corrida de toros allá en San Luis de Cañete. Era en un corralón y yo tendría unos seis o siete años. El toro se escapó y toda la gente partió la carrera y mis hermanos se subieron al camión. Sólo quedamos abajo mi hermano menor, una prima hermana que era de mi edad y yo. Y el toro se me venía y los subí no sé cómo y cuando me trepé he sentido clarito el aliento del toro. Entonces perdí el conocimiento y me dio un ataque de perniciosa, eso que se te tuerce todito el cuerpo. El médico dijo que si me daban más de tres ataques me moría; y me dieron siete pero me salvé por mi tío. Él, después de Dios, me ayudó a curarme. Desde ese momento me hicieron devoto del Señor de los Milagros y comencé a usar el hábito.

Con mi familia hemos formado una hermandad en Lima. Yo solito mandé a hacer un Cristo pintado, exactamente igual al que hay en las Nazarenas. Ahora tienen el cuadro en la parroquia de mi barrio y para las celebraciones de octubre lo sacamos en procesión. La primera vez fue lindo, emocionante.

Siempre he cargado el santo sepulcro de San Luis de Cañete, desde la edad de dieciséis años, y lo hago hasta ahora que tengo sesenta y uno. Antes cargaba con mis hermanos, uno en cada vara. Son seis cargadores delante y seis detrás al morir mi hermano Enrique, cargaba con uno de mis primos. El anda es igualita a la de Santo Domingo. Para Viernes Santo viajo especialmente hasta Cañete y, después de cargar, con las mismas me regreso.

Caitro Soto de la Colina, 1995

Editor General: Bernardo Roca Rey Miró Quesada

Editor: Gabriel Valle Mansilla

Investigación: Claudia Balarín Benavides

  • De Cajón. Caitro Soto. Carlos Soto de la Colina. Editorial El Comercio. 1995

martes, 16 de septiembre de 2008

FIESTA PATRONAL - SANTA EFIGENIA

Estimados amigos:
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Este Sábado 20 y Domingo 21 se celebrarán las fiestas en Homenaje a nuestra Santa Patrona Negra Santa Efigenia, como siempre en el CPM La Quebrada, en San Luis de Cañete.
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El día Sábado habrán variadas competencias deportivas asi como Carrera de gatos y el Festival Minino, teniendo como atracción Gato a la Parrilla en salsa de Huacatay y Gato al Mani.
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El Domingo se celebrará la Sagrada Misa a las 10.30 am. Habrá una gran serenata con artistas de Lima, Cañete y Chincha.
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Te esperamos
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JORGE BRIGNOLE SANTOLALLA
PRESIDENTE ASOC. SANTA EFIGENIA
LA QUEBRADA. SAN LUIS - CAÑETE

sábado, 13 de septiembre de 2008

PERÚ NEGRO NOMINADO AL GRAMMY LATINO

Perú Negro, asociación cultural afroperuana fundada en 1969, ha sido nominada por segunda vez al Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Folklórico por su última producción “Zamba Malató”.
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“Zamba Malató”, fue lanzado al mercado en los Estados Unidos, el 22 de enero de este año bajo el sello discográfico Times Square Records. El CD es el seguimiento a “Jolgorio” su último lanzamiento de 2004 que también consiguió la nominación al premio Grammy Latino.
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Ronaldo Campos de la Colina, natural de San Luis de Cañete, fundó Perú Negro hace más de tres décadas como un conjunto familiar de 12 integrantes y él mismo dirigió al grupo hasta su muerte en el 2001. Originalmente el grupo era apoyado por el gobierno, sin embargo los difíciles contextos culturales y políticos por los que ha pasado Perú, han hecho imposibles las giras dentro del país, y el grupo ahora vive de sus giras por el extranjero.
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El repertorio de Perú Negro es tan complejo, único y estimulante como lo es la misma historia cultural de Perú. El grupo se ha convertido ya en el standard de la música afroperuana, emulado por otros grupos en Perú y ha conseguido el título oficial de “Embajadores Culturales del Perú Negro” por el gobierno.
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En el material nuevo de “Zamba Malató”, Perú Negro nos muestra sus aclamadas reinterpretaciones de clásicas canciones afroperuanas, tales como Zamba malató o Toro Mata. Sin embargo el énfasis está en crear material nuevo que se basa en el pasado con partes iguales de innovación y respeto. También aparece en el álbum el tema Cañete (Si a Cañete voy), compuesto por Carlos Rincón en homenaje a este pueblo; además de Una negra y un negro, tema recopilado por Caitro Soto de la Colina en San Luis de Cañete.
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ZAMBA MALATÓ
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Lista de canciones
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1. Una Negra Y Un Negro
2. Zamba Malato
3. Cañete
4. Que Tiene Miguel
5. Festejo De Ritmo
6. Golpe E' Tierra
7. Toro Mata
8. Afro
9. Bailaras
10. Pancha Remolino
11. Su Majestad El Cajón
12. Cajones

miércoles, 27 de agosto de 2008

FESTIVAL DEL ARTE NEGRO EN CAÑETE


Escribe: Santiago Venturo Ferré
Cañete, Agosto de 1996
Cuando en 1971, Año Internacional de la lucha contra el Racismo y la Discriminación Racional - ONU, Cañete se apresta a realizar el primer Festival de Arte Negro en el Perú, existieron muchos movimientos culturales que de una forma u otra trataron de rescatar y preservar el folklore de la presencia negra en el Perú, tenemos que recordar con mucho cariño al Dr. José Durand Flores, al Arq. Emilio Harth-Terré, a los artistas Juan Criado, “Ganchito” Arciniega, Porfirio Vásquez y su hijos Abelardo, Oswaldo, Vicente, Alfredo Monteodoro, Mario Lobatón, José Lurita de Chincha, y de San Luis de Cañete están Ronaldo Campos, Mercedes Traslaviña, Enrique y Caitro Soto. El movimiento parece renacer de buen gusto de quienes montaron en 1956 aquel gran espectáculo llamado “Estampas de Pancho Fierro” que hizo retumbar las instalaciones del Teatro Municipal de Lima, aún siendo el vibrar de la voz de Juanito Criado que soltando la fuerza de su voz cantaba “A la Molina”, los hermanos Enrique y Carlos Soto danzaban en una escenografía oscura la danza de los machetes en la que destacaban los efectos o chispas de las armas que con el retumbar de los cajones, cajuelas y voces hacían vibrar a los asistentes del contagiante ritmo afroperuano. Este inicio, producto del Dr. José Durand Flores, destacado catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos UNMSM, da comienzo al interés por lo nuestro en cuanto a la manifestación de raíces africanas y comenzamos a apreciar el renacimiento de su riqueza musical, poética y danzante, destacan con su dedicación investigadora y de estudio los hermanos Santa Cruz (Victoria y Nicomedes) cada cual con la primerísima calidad de teatro, danza, poemas y décimas, música y canciones respectivamente. Luego vemos “Teatro y Danzas Negras del Perú”, en la que Victoria Santa Cruz muestra lo mejor de su dirección teatral y el buen gusto y técnica de la coreografía en la que se aprecia inéditas canciones, estampas, comedias con sabor tradicional.
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Hubo otros espectáculos muy ligados a las manifestaciones populares costeñas de influencia africana como el realizado en el Paseo de Aguas de El Rímac. También podemos destacar la aparición de la prestigiada Asociación Cultural “Perú Negro”, integrado por brillantes jóvenes amantes del movimiento negro - peruano y que lograron bajo la dirección de Ronaldo Campos, el primer lugar en el Encuentro Latinoamericano de Folklore realizado en Argentina, en 1969.
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El 29 de agosto de 1971, se realizó el I Festival de Arte Negro en el Perú, y fue precisamente este evento en el que Cañete se convirtió en “vitrina nacional” para lucir en ellas las delegaciones folklóricas de Lima, Chancay, Chincha, El Carmen y Cañete, y porque a partir de aquel año, Cañete se convirtió en la Capital Peruana del Arte, Cultura y Belleza femenina de todos los pueblos negros del Perú.
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Durante años del Festival de Arte Negro de Cañete, la historia ha recogido de su alma muchísimos hechos ratos satisfaciendo los objetivos e la inquietud e iniciativa cañetana, destacaron triunfalmente artistas, canciones, belleza; todos en el abrazo fraterno de la música, danza y poesía de nuestro folklore afroperuano, se eligieron reinas del festejo, reinas del ritmo, existieron grandes ganadores de la canción afroperuana, como es el caso de las canciones “Negrito Chinchiví” y “La Carimba” (autor: José Villalobos Cavero); composiciones que se hicieron muy populares en el ámbito nacional y que desde luego prestigian de por sí el éxito y la calidad de los festivales de Cañete. También destacaron las Reinas del Festejo y del Ritmo entre ellas: Martha Bravo, Paola Arzola, Alejandra Ambukka, Teresa Palomino, Esperanza Campos, Zoila Montedoro, Ana Gavidia, Pilar Guerra y Zelmira Aguilar, quienes hoy se desenvuelven como maestras de danzas artísticas, dirección de grupo, empresas artísticas y de comunicación social.
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En estas líneas (salvo involuntaria omisión) en nombre de Cañete debo destacar nuestra gratitud a personas e instituciones que hicieron posible que trascurran los años en forma consecutiva tal es el caso de Alfredo de Toro Moreno (Alcalde de Cañete), Alfonso Reyes Rostagno (Presidente de Comisión de fiestas), Alfredo Tudela (Ministerio de Turismo), Fidel Ramírez Lazo (Peña Fidel), Elena Bustamante (Peña El Embrujo), Pocho Ugarte (Peña Los Ugarte), Gisella Plengue (Productora y periodista), Geomar Pacheco (RR.PP, Radio y TV), Nancy Pérez (RR.PP), Roberto Bolaños (Relacionista, Periodista y Animador), Carola Aurbry (Escenografía), Willy Dolorier (Escenográfo / Creativo), Máximo Lock e hijos (Sonido), Miguel Suárez (Escenario), Agustín Prado (Periodista), Julio Cabrejos (Diario Expreso), Dr. Juan José Vega (Conferencista “Presencia del negro en el Perú”), Fidel Zavaleta (Fotógrafo), Víctor Andrés García Belaúnde (Congresista y Jurado), José Troncoso (mobiliario), Jaime Moore (Cervecería Cristal), Luis Panchano Cuenca (Alcalde de San Luis de Cañete).
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Entre las instituciones se puede recordar por su apoyo oportuno: Fábrica La Unión, Municipalidad Provincial de Chincha, Cervecería Cristal, Diario Expreso, Diario Extra, Guardia Civil del Perú (PNP), Central de Cooperativas Agrarias de Cañete, Electroliza, La Voz del Pueblo, Fondo de Promoción Turística del Perú (FOPTUR).
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La Municipalidad Provincial de Cañete ha tenido (con honrosas excepciones) autoridades bastante indiferentes con el evento, hay que reconocer la falta de conocimiento o toma de conciencia sobre lo nuestro. Un reconocimiento especial al ex-alcalde Alfredo de Toro Moreno y regidores con quienes se dio inicio a los festivales, y al ex-alcalde Carlos Sertzen Seminario, que se avocó a darle un lugar preferencial e instituyó el día 12 de agosto como “Día del Arte Negro” e inscribió en el Registro Nacional de Derechos de Autor como Patrimonio Cultural de Cañete el festival y sus anexos ("Festival de Arte Negro", "Reina del Festejo", "Reina del Ritmo", “Cañete Cuna del Festival de Arte Negro”). Generalmente las autoridades municipales que antecedieron estuvieron falto de interés sobre la importante atención que merecía el Festival de Arte Negro de Cañete, este evento no es un espectáculo más (aún por muy buena calidad de su realización), es un encuentro de las danzas, canciones, costumbrismos y otras manifestaciones de raíces afroperuanas, herencia folklórica, hoy orgullo tradicional de nuestro pueblo. Muchos festivales se han llevado a cabo con las dificultades propias de una Empresa, pero generalmente la dificultad mayor es el escaso tiempo que se da a sus organizadores quienes tienen que improvisar el “espectáculo” a como dé lugar, pues se ha perdido el sentido común que con el que este evento debe trabajarse, con bastante anticipación en respeto al folklore nacional y coronar los objetivos que rescaten los vestigios que testimonien las antiguas costumbres y raíces negras del Perú.
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Es importante destacar como marco especial a personas que recordamos como actores de nuestra historia en el Festival, entre ellos a Óscar Pisconti (Coordinador del elenco artístico de San Vicente de Cañete), Román Fernández (Fundador y ex director de “Cañete Negro”), Santiago “Mafafa” Manzo (Director y fundador del grupo “Así es San Luis”), Víctor Mendieta, Gustavo Falconí y Pedro Fernández, personas quienes asumimos la realización del II y III Festival con el más elevado espíritu y desprendimiento cañetano. Una mención especial al Mayor Ramón Payat, entusiasta vecino que con su contagiante optimismo estimuló la labor de coordinar e festival con las actividades de la Semana Turística de Cañete. Recordamos con especial gratitud a personas que con su entrega dieron el apoyo indispensable al evento “Reina del Festejo”, haciendo de ella un concurso serio, correcto y respetable, es el caso de Teresa Palomino y Soledad Cadillo.
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Desde 1971, han destacado TODOS los destacados artistas peruanos de la canción, danza y música afroperuana, recordamos a Victoria y Nicomedes Santa Cruz, Valentina, Arturo “Zambo” Cavero, Lucila Campos, Eva Ayllón, Manuel Donayre, Giomar Antonio, Caitro Soto de la Colina, Lucía de la Cruz, Mariella Valencia, Alejandro Barbadillo, Pepe Vásquez, Amador Ballumbrosio, Abelardo Vásquez, Cecilia Barraza, Bartola, Rosa Flor, Los Hermanos Santa Cruz, Guajaja, Marco Romero, Ronaldo Campos y Perú Negro. La transmisión de una herencia cultural fue interpretada por diversos grupos afroperuanos que actuaron en el Festival con pregones, marineras, festejos, zamacuecas, landos, zapateos y otros. Destacaron los elencos de Gente Morena de Pancho Fierro, Cañete Negro, Blanco y Negro, Unión Santa Cruz, Arte Negro “Matalaché”, Ébano 70 de Chincha (Gamaliel Vargas) y Perú Negro.
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Entre los artistas cañetanos que han actuado con especial profesionalismo recordamos a Jhonny Al, Martha Panchano, Antonio "Antuco" López, Angelón Donayre (Los Máquina), Arturito Jr., Ana Cecilia, Sabino Cañas y Pedro Flores (director actual de Cañete Negro).
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Aún recordemos los momentos emocionantes que circundan la elección de la Reina del Festejo y del Ritmo, sobretodo cuando al nombrase a la elegida nos encontramos con una cañetana, es así que hoy recordamos con cariños a las hermanas Luz y Aracelli Guembes Alva.
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Entre los grandes músicos que subieron al escenario del Festival, recordamos a uno de los guitarristas más brillantes con el preludio rítmico de la música negra, Línder Góngora y a percusionistas como Urbano Kollac, y a los cañetanos Hermanos Joya, y Santiago Flores. Animaron con sobriedad y dominio de escena los cañetanos Pepe Quiroz, José López Chumpitaz y Percy Castañeda Arellano.
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El Festival de Arte Negro de Cañete, continúa cubriendo satisfactoriamente las expectativas de quienes la instituyeron, sólo nos queda esperar que exista la oportunidad de decisión para realizar un festival de dimensión internacional con muestras de las diferentes manifestaciones de raíces africanas de todos los pueblos negros de nuestra América.
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Cañete fue defendida arduamente por el ex-diputado Germán Gutiérrez quien avalado por connotados cultores (Caitro Soto, Lucila Campos, Cecilia del Risco, Teresa Palomino) supieron fundamentar ante los representantes de la Patria la razón que nos asiste por la sencilla y feliz iniciativa de haber creado este evento sin que existiera otro igual en el país, otros pueblos, instituciones y personas organizan festivales similares, positiva respuesta de los objetivos culturales folklóricos de Cañete.
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Hablar de Arte Negro, es inmiscuirse muy seriamente en su historia, negar a los vestigios que testimonian aquella población que negó a nuestro pueblo y que se fue adecuando a nuestras costumbres y viceversa, influyendo en el mestizaje que adorna la belleza y elegancia del folklore negroide nacional.
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Nuestro merecido homenaje a Caitro Soto de la Colina, muestra viviente del artista cañetano, autor, cantante y percusionista, cajonero entre cajoneros, dueño de un estilo incomparable, orgullo nacional.
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Una mención especial a nuestro decimista Álvaro Morales Charún, y a nuestro historiador y estudioso investigador del pasado y presente cañetano, Luciano Correa Pereyra, y Santa Efigenia, Patrona y Reina, protectora de nuestra personalidad folklórica del Arte Negro.
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Yo soy cañetano
de gran corazón
que viva mi tierra
que viva su son…

miércoles, 13 de agosto de 2008

DIA DEL ARTE NEGRO – CAÑETE 2008

DIA DEL ARTE NEGRO – CAÑETE 2008
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El domingo 10 de agosto se realizaron por adelantado las actividades por el Día del Arte Negro (12 de agosto). Las celebraciones se iniciaron en la mañana, con la Misa en la Catedral de San Vicente, y luego el reconocimiento hacia Rafael Santa Cruz, José “Cheche” Campos, Carlos López Smith, Alfredo Valiente, Greta Stucchi Peña, Luciano Correa Pereyra, entre otras personas que han contribuido a la cultura afroperuana.
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Por la tarde, se dio inicio al Pasacalle AGOSTO NEGRO, resultando ganadores: el colegio Victoria Barcia Bonifatti, el Instituto Superior Taylor, la Institución MiBanco y la comparsa del Son de los Diablos de la calle Comercio en San Luis de Cañete. Lo más resaltante fue sin lugar a dudas el “duelo” entre las agrupaciones “Blanco y Negro” de Chincha (Campeón 2007) y “Cañete Negro” de Cañete (Campeón 2006). Al final, el premio se quedó en casa. Otras presentaciones que resultaron agradables al público fueron el grupo de MiBanco y la presentación del Centro del Adulto Mayor. Felicitaciones a la Municipalidad de Cañete y a Jorge Brignole por organizar este buen espectáculo.
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