RITMO Y COLOR: La escritura negra
Tras centurias de infortunio y segregación para su raza, la población afroestadounidense recién abordó los cenáculos de la cultura oficial entre 1920 y 1930. En la década de los 20, la comunidad negra de Harlem, en Nueva York, desbordaba en su creatividad artística, principalmente por el apogeo del jazz y del rhythm & blues. Músicos como Duke Ellington o intérpretes como Bessie Smith eran acogidos como estrellas, aún fuera de EE.UU. Con ellos renacían, también, la danza y el teatro de raíces negras.
Esta ebullición cultural propició el surgimiento del llamado Renacimiento de Harlem con el que narradores y poetas de estirpe negra ingresaron de lleno a la Literatura estadounidense. Su principal influencia era la música popular negra que les dictaba ritmos sincopados, imitación de sonidos e improvisaciones, similares al jazz. Los poetas pioneros en esta exploración fueron Carl Dunbar y Langston Hughes, que en su poesía hablaban del orgullo racial y exhortaban a cultivar una tradición cultural afronorteamerticana. La impronta de este movimiento es tal que más tarde influiría a la generación beat y muy recientemente a los trovadores populares de música rap.
El Renacimiento de Harlem también era heredero de los "spirituals" que se cantaban durante las ceremonias religiosas de la comunidad negra y del folclor de los esclavos negros en general. Otros representantes de este movimiento fueron Zora Neale Hurston (novelista y antropóloga), Nella Larsen (novelista), Jessie Fauset (editor, poeta, ensayista y novelista), Countee Cullen (poeta), Claude McKay (poeta), James Weldon Jonson (poeta), Arna Bontemps (poeta) y Richard Bruce Nugent (poeta), entre otros.
En los años 50 y 60 el movimiento de escritores negros participó de manera entusiasta en la lucha por los derechos civiles de su comunidad y produjo una literatura fuertemente política, que se extendió hasta principios de los años 70, sobre todo entre los poetas. De esos años el vate más celebrado fue LeRoi Jones (que se rebautizó como Imamu Amiri Baraka) y le seguían June Jordan, Dudley Randall, Nikki Giovanni, Naomi Long Madgett, Mae Jackson, S. E. Anderson, Etheridge Knight, A.B. Spellman o James Emmanuel (que tiene un célebre poema llamado "Pantera negra", de simbólica alusión al movimiento radical negro del mismo nombre). El corte político de sus poemas no disminuyó la musicalidad ni el brío de sus predecesores, empleando además el sarcasmo, el verso corto, la polirritmia y una emotiva intensidad.
Otros ámbitos
Curiosamente, en los años 20, en las regiones de África de influencia colonial francesa se produce también un gran movimiento que origina la aparición de poetas y narradores africanos de valor. En 1920 aparece en Senegal un libro para niños que funda esa expresión, Les Trois Volontés de Malic, del escritor Ajmadú Mapaté Diagne. La eclosión de los poetas y escritores que rápidamente se sucedieron va aparejada con obras como la del poeta galo Blaise Cendrars, que de niño había vivido en Egipto, quien publica su "Antología negra", fuertemente influido por esa cultura, en 1921.
La ebullición de la cultura negra se expande a otros continentes. En 1928 se inicia en Cuba el "negrismo" cubano, también influido por la música de la isla (principalmente el son) y por la santería de la tradición abakuá, como bien ha observado Alejo Carpentier. En 1930 aparecerá el poemario "Motivos del son" del emblemático Nicolás Guillén, y al año siguiente su no menos célebre "Sóngoro Cosongo".
En el Perú, que también tiene lo suyo, el más celebre representante de las letras afroperuanas es el decimista Nicomedes Santa Cruz. Con él figuran Gregorio Martínez (y su espléndida novela "Canto de Sirena"), el chinchano Antonio Gálvez Ronceros (con el emblemático "Monólogo desde las tinieblas") y el poeta cañetano Enrique Verástegui, de afán más cosmopolita. (E.S.H.)
El Dominical. El Comercio
Domingo 16 de noviembre del 2008
Jorge Paredes.
- Foto: 3i Noticias
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