CAJÓN PERUANO. PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN
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Existen menciones honrosas de la internacionalización del Cajón peruano, Álex Acuña gran
percusionista radicado en Estados Unidos, supo adecuar el toque del Cajón peruano en el Jazz, Hugo Bravo, gran percusionista dio vida a la música internacional a toque de Cajón, en el Festival de Viña del Mar - Chile en el año 2001 su presencia en el elenco musical de la representación peruana logró el primer lugar en la versión folklore latinoamericano (instrumentista: Leonardo Parodi), caso igual ha sido la denominación de Susana Baca al Grammy 2002 (instrumentista: Juan Medrano Cotito), también vimos la presencia del Cajón Peruano en la Casa Blanca en Estados Unidos (2002) con motivo de la actuación de nuestro compatriota Gianmarco Zignago ante el Presidente de ese país George Bush. En el mundo musical internacional hacen uso del Cajón peruano artistas consagrados como Madonna, Paco de Lucía y grupos de Rock y Jazz.
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… cajón rayado y quemado, en el que tamboritea un negro, arrancando con sus manos paquidérmicas, sonidos broncos, diente contra diente, con estruendo de sierra gigante, tan desagradable y salvaje, que haría las delicias de un cabaret yanqui cultor del jazz.
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Luis Alayza Paz Soldán - 1889
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El folklore peruano de raíz africana ha ganado un sitio importante dentro y fuera del país, su melodía, ritmo y elegancia le han identificado como sublime, alegre y salerosa, los instrumentos (guitarra, cajón, cencerro y cueros), hacen “embriagante” y “desenfrenado” el movimiento al bailar.
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Cuando hablamos del folklore negro peruano debemos tener muy en cuenta que dicha manifestación popular se transformó en arte, y que, para que esta práctica lograra un lugar de buen gusto requirió de elementos capaces, finos e ingeniosos, que desarrollaran con excelente maestría artística la música, danza y poesía y precisamente encontramos históricamente a la gente afrodescendiente del pueblo viejo de San Luis de Cañete, ellos tuvieron las características de ser músicos virtuosos, gente de riquísimo oído y de envidiable ritmo, base importante del folklore negro, en su música y en sus danzas (en el año 1941 el estudioso Abraham Arias Larreta reconocía el aporte cañetano en el baile nacional… “No hay peruano que confunda un tondero, nacido y con amplio reinado en Lambayeque y Piura, con una marinera jacarandosa, arrebatada y sensual estilo Lima o Cañete”) así mismo este gran escritor nos dice con respecto al cajón, en la Revista peruanidad de aquel entonces “contraponiendo a la marinera de pura quimba y contoneo, en la que el juego de caderas adquiriera singularísima sino máxima importancia, la sierra liberteña enfrenta un baile de coreografía más discreta, de ejecución amplia y de más pausado ritmo. Lo que no atenta contra el aliento jubiloso del baile que yergue su ancho delirio, como siempre, en el flamear de los pañuelos, el batir de las palmas, el remate zapateado y el cajoneado encendido y resonante".
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La elegancia o fina ejecución, de las composiciones con sentimiento afro, nacen precisamente de la identidad cañetana, haber escuchado a Ronaldo Campos tocar el cajón es haber percibido un ritmo melódico con la exaltación y la mixtura de su pueblo afroperuano, jamás golpeó, jamás exageró un repique o floreo, con mucha calidad, acompañó al músico, al cantante y en especial al danzante o bailarín, tratando de trasmitir a éste, un diálogo acompasado de ritmo, armonía, rima y dulzura; gran maestro del cajón estilo característico e inigualable, además gran cultor del zapateo, amo y señor de la “quimba”, gracia, “figuras”, cepillado y de un ensueño rítmico fabuloso, también hasta hoy insuperable.
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El “Toro Mata”, exquisita recopilación y arreglos de Caitro Soto de la Colina, hijo de Benedicta de la Colina (hermana de “Shila”), gran percusionista nacido en San Luis de Cañete, y cuyas manos, al tocar el cajón, parecieran que conversaran entre sí, que discutieran o se disforzarán, manos morenas que entre el amarre, el “golpe” y el silencio, asoma la melodía dinámica del afroperuano. El “Toro Mata” al gusto de Caitro, encierra lo suyo con su cultura, el garbo de mestizaje, ofrece sus raíces y costumbres, la música y su danza esta enriquecida por la elegancia y su originalidad tan especial, la cadencia rítmica eleva hasta el cielo la riqueza de nuestro folklore negro, Toro Mata es considerado por su belleza como himno/símbolo del afroperuano. Caitro también destaca como compositor anecdótico de la vida cotidiana y del que hacer del afroperuano, además canta sus obras con voz resonante y “ayayea” con característico negrismo, su hermano Enrique fue un ágil bailarín, maestro de la zamacueca, gracia y estampa de la Marinera Limeña, guitarrista por excelencia.
"Tocar” el cajón es la vida misma, el pulso del corazón marca el ritmo cual inspiración, se trata de una comunión interior en que nada tiene que ver en buscar sonoridad grave en su parte superior u otros sonidos, llámese; hueco, retumbo o de repercusión, “tocar el cajón es muy simple para quien tiene la virtud de poder hacerlo. Oído, compás y exquisito gusto acompañan a un buen ejecutante y este a la vez da calidad a sus atributos. Cuando téngase que acompañar con cajón la música negra “a lo antaño”, fuese un festejo, canción, lamento, pregón, el Son de los diablos, deberá hacerse con sentimiento y recreo, permitiéndose al Cajón lucirse en un pequeño espacio de tiempo (con marcado ritmo, amarre, fuga o floreo), que adorne y haga vibrar al alma de la canción.
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En su particular manera, razona Caitro Soto: “cajoneadores hay bastantes, cajoneros muy pocos. El Cajón es un instrumento; hay que tocarlo y no golpearlo. Hay gente que cree que cuando más fuerte lo toca mejor es. Para mí, el cajón es un instrumento profundo. Yo lo siento parte de mi vida. Me gusta, trato de llegar al público, de atraer a la gente que me escucha. Pero hay que respetar al cantante y a los músicos acompañantes, porque si uno toca fuerte los otros instrumentos están demás…” El Comercio 17-03-8-96.
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Las modernas canciones que integran el repertorio de la música negra peruana, puede o mejor dicho exige acompañarse con la vitalidad y dinámica del afro, el toque manda (es base), el bongó marca (se alborota), la tumba rima, el cencerro impulsa, el público exige, la guitarra eléctrica acompaña, las bailarinas deslumbran.
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La fusión afrolatino ha penetrado en lo nuestro como un ingrediente comercial, es una modalidad de mucho agrado y que involucra la esencia misma de nuestro folklore negro, no olvidemos que el afroperuano de antaño se acompasaba en ritmo incitante con instrumentos de cuerda, cajón. Cajuela y quijada de burro, amén de la gracia y buen gusto del intérprete y del pícaro, alegre y cimbrear sensual de sus bailarines.
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Eduardo Márquez Talledo, compositor chalaco, impulsa en sus años de gloria (década 1940) la música negra, sus festejos “Pancha Remolino”, “Va a llover”, “Cantando te conocí”, “Don Pascual”, “De Chirimoyo a Malambo” se integran al escaso repertorio negro de aquel entonces y agradan tanto que se popularizan como que si se tratara de antaño, puedo asegurar que a partir de aquel entonces se reinicia el interés por las manifestaciones artísticas del folklore afroperuano y que precisamente en nuestros días lo disfrutamos.
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Santiago Venturo Ferré
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