Artículo: ANUARIO DIARIO EL COMERCIO 2001-2002
El instrumento musical afroperuano más difundido en el mundo, declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Sepamos un poco más sobre la historia del verdadero rey de la Música Afroperuana: EL CAJÓN.
JARANA VIVA. Fotografía de 1897, en la que se aprecia la práctica del cajón como instrumento musical en Lima.
Algo andaba mal, los españoles lo consideraban suyo. Dicen que hasta lo habían patentado. La confusión se inició cuando el popular Caitro Soto, en muestra de amistad y cortesía, le obsequió al gran guitarrista español Paco de Lucía, a mediados de los años setenta, un cajón peruano. Al mes siguiente Paco de Lucía ya lo incluía en sus presentaciones. Así, en poco tiempo, este singular instrumento de percusión se fue incorporando a la música flamenca como si fuera propio. Su versatilidad ha hecho posible inclusive incorporarlo a géneros más modernos como el rock, la música étnica y las fusiones.
Por eso, ante tan monumental malentendido, la percusionista María del Carmen Dongo y el Instituto Nacional de Cultura (INC) iniciaron una campaña para recuperar el cajón como patrimonio cultural peruano. Y es que es despojo –aunque haya sido hecho sin malicia- no podía quedar impune. Así, el 10 de agosto del 2001, a través de la Resolución Directorial Nº 798, el Instituto Nacional de Cultura declaró al cajón como Patrimonio Cultural de la Nación, como debía ser.
BREVE HISTORIA
Según el Diccionario Enciclopédico del Perú de Alberto Tauro del Pino, hay una hipótesis de que el cajón peruano proviene de instrumentos como la kwakwa o el undembo de los congos, pero no es confirmado. Lo cierto es que es el patrimonio musical más representativo de la cultura de los afrodescendientes en el Perú, porque si bien sus orígenes son africanos –llegó a nuestras costas a través de los africanos esclavizados que se afincaron en nuestro país desde el siglo XVI-, su forma actual, su hechura, es definitivamente peruana.
El decimista Nicomedes Santa Cruz, en un artículo titulado “Su Majestad el Cajón” –publicado en El Dominical de El Comercio el 14 de diciembre de 1969 (ver entrada “Su Majestad el Cajón”), considera que este instrumento nació al mismo tiempo que la música y los bailes criollos; es decir, se desarrolló desde mediados del siglo XIX. La historia nos indica la práctica de este instrumento desde 1850 aproximadamente, ya que documentos del siglo XIX evidencian el uso de cajones en expresiones musicales de aquel tiempo, como la zamacueca (que luego se rebautizaría como marinera). El cajón es sucesor de la botija, la calabaza del norte (checo) y del tamborete. Atanasio Fuentes gran estudioso de Lima, publica alrededor de 1867: "Hemos dicho que el baile de Amancaes es la zamacueca; la orquesta para ese baile se compone de arpa y guitarra, y a estos instrumentos se agrega una especie de tambor, hecho regularmente de un cajón cuyas tablas se desclavan para que el golpe sea más sonoro. Tócase este instrumento con las manos o con dos pedazos de caña, y es difícil formarse idea de la pericia y oído con que el negro toca el cajón sigue el compás de la música y anima a los bailarines. Como el cajón es el alma de la orquesta, la plebe ha dado a la zamacueca el nombre de "polca de cajón". A mediados del siglo XX, el cajón, que ya estaba presente en la música negra, en la marinera y en el tondero, fue incorporado también al vals. Yolanda Vigil, famosa intérprete de este género, también conocida como La Peruana, se presentaba en aquella época acompañada por el cajoneador Francisco Monserrate, quien diseñó un cajón más angosto; de la misma época también los hay más chatos y anchos. No fue sino a finales de los años cincuenta cuando se dan sus medidas actuales. Ese cajón –que ya ronda el medio siglo de vida- es el que ha dado la vuelta al mundo.
Los ritmos afroperuanos, y con ellos el sonido del cajón, se hicieron populares a partir de la década de 1950 con la aparición de la compañía Pancho Fierro, a cargo de José Durand (con el apoyo de Porfirio Vásquez). A esta compañía, le siguió los pasos Cumanana, grupo formado por Nicomedes y Victoria Santa Cruz, que en 1964 grabó un disco con el mismo nombre y otro más, llamado Socavón, en 1975. La agrupación Perú Negro, fundada en 1969 por Ronaldo Campos de la Colina, lo difunde en el extranjero con sus presentaciones, en las cuales destacan piezas exclusivamente para cajón.
EL ARTE DE PERCUTIR
El cajonero o cajoneador se sienta sobre el cajón para percutir. Coloca sus piernas en ambos extremos y en medio ubica sus manos que golpean la “cara” del instrumento. Para lograr sonidos graves, debe golpearse la parte media del cajón con la palma de las manos y, a veces, también con los dedos. Los sonidos agudos se obtienen únicamente con el golpe de los dedos, excepto el pulgar, en la parte superior. Los cajones más comunes son los que emiten sonidos graves. Cuando en un conjunto se usa más de un cajón, estos deben ser de distintos tonos. Por ejemplo, se puede combinar el sonido de un cajón chillón –cuyos clavos están un tanto desprendidos– es decir, de tornillos ajustados. El tamaño del instrumento también influye en el tipo de sonido que emite. Los pequeños generan sonidos agudos, mientras que los grandes producen tonos graves.
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